Aprendimos a besar, junto a un cuaderno de notas, un libro prestado y unas chanclas rotas. Aprendimos a besar con Nerúda y sus veinte poemas de amor. Cuando quedito los digo vuelve el sabor de tus besos, de tus besos a mi boca. Y la Patria se hizo suave, en mi corazón de niño, hoy la añoro diamantina, patria mía, patria suave, suave patria. Aprendimos a cantar con el viento, con la brisa, que nos arrulló entre los ceíbos, las caobas y los cedros, y que retumbaban en las aguas de los profundos cenotes y que vibraban en las palmeras bañadas por las aguas en mi lindo Bacalar. Eran los años setentas de la centuria pasada, la selva y el bosque fueron gratos testigos de nuestra naciente hermandad. Laguna de mil colores, laguna de Bacalar, yo los conté aquella noche, en que aprendí a besar, cerca de lejanas galaxias y de luciérnagas curiosas, que con tus manos de niña me enseñaste a tocar. Nunca te voy a olvidar, Laguna de Bacalar. Marco A. Cervera H. 14.Feb.2020. Mérida, Yucatán, México