Lloré.
Olvidé la risa
en oscuro duelo.
Perdí la fe.
Tortura de fuego
rociada en los huesos.
Quise morir.
Sentía tentación
de seguir viva.
Perdoné.
Momentos
que añoré ser nada.
Seguí.
Abracé mi ser difuso,
ensamblé cada trozo
de mi templo,
extendiendo los brazos
Impregnados de dolor
al Dios supremo.