Lágrimas contenidas
susurran llanto,
manos mudas
crujen resecas,
dedos oxidados
respiran lamentos,
pies agrietados
caminan fuego.
Piel de púas…
cicatrices,
miedo callado…
dolor injusto.
¿Que es justo?
¿Acaso el mundo se detiene a sanar heridas?
No hay ángel protector,
latigazos me arrastran al suelo.
No hay ángel, paloma ni nada,
vacío devorando entrañas.
Yo…
espada de poder,
roca de mar y oleaje,
me pongo en pie
aunque duela pararme.
Veo luz bailando lejos,
besa mis ojos,
cura mis miedos.
Respiro amor,
Sonríe el cielo.
“Es mi Dios,
tejiendo mis alas de nuevo”