Ahí entre mares, está una tierra extraña,
donde la extinción y el renacimiento
han sucedido algunas veces, la llaman …tierra de fuego
Con alientos incesantes
que brotan de la esperanza
floreciente y milagrosa
de ese cósmico cimiento
se cubren las leyendas reales
de esta tierra de fuego.
Magia imperante en cada ser
escondido en esas ruinas vivas,
donde mitos legendarios
transfiguran nuestras almas
y nos unifican como pueblo ancestral.
El misticismo en el aura
de estos montes vibrantes,
con portales puros de infusión eterna
de lágrimas, sudor y anhelos
de seres divinos y terrenales.
¿Somos polvo cósmico, un error de…
quizá barro formado por manos divinas,
o acaso el alimento áureo de ellos?
Solo sé que nuestros oídos de búho
permiten oír en el viento
voces sabias traídas de la ceiba.
Solo sé que nuestras manos
pueden tocar la inercia
y transformarla en tesoros,
cual artesanos inmemoriales.
Solo sé que nuestros labios
pronuncian palabras añejas de balché
y saborean manjares peculiares,
alimentos místicos y terrenales
para almas inmortales.
Solo sé que nuestros ojos de venado
pueden hallar senderos escondidos
aún con la luz nueva de la luna,
pues ven con retrospección
la proyección soñada.
Sigamos juntos en la tierra de fuego,
velemos por esos seres legendarios,
cuyos ojos renacidos los hacen testigos
del alba y ocaso de una ecléctica unión,
mas sigamos celebrando la muerte con vida,
con colores, sabores y ritos de reliquia
hasta el fin de los tiempos,
prolonguemos la noche infinita,
hagamos espirales en el tiempo.