Cuando de pronto
apareciste en mis ojos,
despertaron las campanas y los besos,
el quemante mediodía
fue un pedazo de sandía
disolviéndose en mi boca.
Y entonces llenándome de ti,
mi vida se detuvo,
y en donde no había tiempo
surgieron las horas como mástiles,
donde solo había silencio
se elevaron los cantos como pájaros,
y en donde no había nada
emergieron los frutos y los besos.
Todo el mundo tuvo trazos de palomas,
mariposas de fuego ardieron
como estrellas,
y el agua de los mares
gotearon en mi alma
como suave melodía
de luz, de vida de fragancia.
Yo no sé si sabrás tú
lo que causaste en mi vida,
como pudiste desleír
las oscuras montañas de la noche
que caían en mi vida,
desenterraste las espinas
que sangraban con los días,
ahuyentaste la voz de los metales
que cruzaban de desdicha los caminos,
navegaste una gota de sepulcro
que se alzaba sin remedio
como una sábana sombría.
Mujer azul de agua,
que pasas por mi vida como un río,
que vienes tan de mí, como la noche,
yo no sé si sabrás tú,
que te he dado todo lo que tengo,
y de ti no he recibido nada,
porque pasas por mi lado
como un trazo de luz que serpea
y desaparece,
como una nube llena de lluvia
que va regando
la miel de los abrazos y los besos
en una tierra ajena,
tan lejos de mí.
que no aciertas
a saber, la sutil preparación
que he hecho de mis días para alcanzarte.
por eso tal vez ignoras
que en medio de la noche,
un suave corazón
ha hecho de ti, su residencia,
se agita,
resucita
y se agiganta por ti,
aunque tú no le hayas dado nada,
y él te haya dado todo lo que tiene.