Morena como tú, la noche vuelve a mis ojos.
Como tú, tibia novia dirigida a la luna.
La de ojos trigueños y los labios más dulces.
La que tiñe el silencio con las manos de anona,
y sofoca las llamas con los pies somnolientos.
Ya distingo en la noche tu señal aparente,
tu silencio de árbol persiguiendo luceros.
En tu falda de cielo se agolpaban las rosas,
remolinos de tiempo que encendían tu pelo.
Tan cerca y tan lejos de mi amor transparente
que te cubre en silencio como un banco de niebla.
Pero cruzas y pasas con el sol de tus días,
con tus pies de planeta por mi amor obcecado,
y no sabes que aguardo el fulgor de tus ojos,
una sílaba sola de tus labios cerrados,
y no sabes que aguardo, y no sabrás que te amo.
Porque estas como siempre dirigida a la luna,
y yo estoy como siempre persiguiendo tus pasos.