Poco a poco se ira escapando de los comentarios cotidianos, el episodio reciente ocurrido en Motul. Claro, hablamos de la espectacular detención de las seis personas que practicaban con sus armas de fuego, en un terreno baldío en las orillas de la ciudad. Dos de estos eran de la localidad. Y según una nota local, cinco de ellos seguirán un proceso legal en la cárcel, en razón de poseer antecedentes penales.
¿Debemos los Motuleños, me incluyo aunque mi permanencia se reduzca a los fines de semana, permitir que junto con la vigencia de la noticia, nuestra preocupación por los hechos pase a formar parte de una mera anécdota?
Mucho me temo que no. Hay razones para preocuparnos y entender este episodio como un aviso, como un síntoma diría un doctor, de un problema que lleva años gestándose y empieza a mostrar su gravedad: El problema de las adicciones comienza a transformarse de un asunto personal y social en un problema político, como es la seguridad ciudadana. Una auténtica bomba de tiempo
Vamos a decirlo en pocas palabras: la estructura económica del municipio basada en las industrias de las maquiladoras y de la construcción, actividades que muchos estudios serios han demostrado generan mucho estrés y otros problemas, terminan por convertirse en amplios mercados para negocios basados en el alcohol. Que sin embargo, irremediablemente desembocan en negocios ilícitos como son la venta de mariguana y después en drogas más agresivas como la cocaína, metanfetaminas y demás.
Poco a poco el narcomenudeo y narcomenudistas se ha vuelto común en el municipio, incluso varias de sus comisarías. Todos sabemos o podemos imaginar lo que sigue. Así comenzaron en otros lugares.
Y no, no es un problema que le podamos achacar a un gobierno municipal en particular. Lo único que si podemos exigir es que el actual no soslaye el asunto. Lo que significa no sólo que lo intente minimizar sino y también que no entienda los alcances del problema.
Tan importante como su responsabilidad es su legítima capacidad de convocar a la sociedad en general para que participe y contribuya con sus propuestas y soluciones. Porque como han comentado múltiples especialistas, las adicciones y sus problemas criminales asociados no se pueden resolver sólo con policías.
En pocas palabras: Es un problema de todos aunque tendamos a achacarle toda la responsabilidad a los gobiernos. Pero estos no lo pueden eludir porque la seguridad ciudadana es su prioridad número uno.