En el trayecto hacia la playa, Jerónimo se dio cuenta del lento caminar de su viejo amigo. Su cara da muestras de dolor y dificultad en respirar. No hacía falta las palabras, su mirada dice todo.
Las huellas en la arena un desdibujado relieve.
Se aproxima su partida. Estaba seguro que pronto le llegará su recompensa. La claridad se escondía tras las estrellas que se muestran una a una y las palmeras que se agitan suavemente con la brisa de la tarde para dar la bienvenida a la noche.
A la orilla de una barquilla, los leales amigos admiraban extasiados tanta grandeza. Un regalo para el lienzo del más grande artista. Inmóviles y en silencio escuchaban el golpeteo de las olas como un cántico de oda a la alegría. A la distancia las luces de las luciérnagas moviéndose mar adentro se perdían en el infinito.
Su cansado amigo se recostó en la arena. Sintió mi presencia y se quedó dormido.
Al verlo cerró los ojos, abandonó su mente y atravesó la línea del tiempo. Sé miró en el pasado. En un instante, donde los recuerdos se veían vivos, las risas, las piruetas a la orilla de la playa, uno al lado del otro, afianzando esa seguridad de nunca sentirse solos.
Un sonido lo alerto. Intuyó que su tiempo sería corto, y habría que vivirlo y disfrutarlo plenamente. Ahí estaba. Mostrando sus blancos dientes, moviendo la cabeza y replegando su cuerpo al mío…
Los diálogos entre ellos eran cortos y sinceros.
–¿Amigo? ¿Ves a Dios?– con la mirada le cuestiono-. Yo, lo siento.
–¿Has contado alguna vez las estrellas?
Aquel soló movió la cola.
— ¡Hazlo!–Es un gran ejercicio.
–Deberás contar las estrellas en tu caminar por la vida. Perderás la cuenta porque tu mente no podrá contarlas, entenderás que es imposible contar las bendiciones de Dios. Tu corazón será un cielo lleno de luces–. Tanto como seas capaz de amar. Despréndete de las luces falsas del egoísmo, la envidia, la deslealtad.
–¿Recuerda? Para contar estrellas, hay que estar a solas…en silencio, vaciar el corazón. Entonces sabrás cuantas iluminan el alma…
Una suave brisa le regresó al presente.
Junto a él: el cuerpo cálido e inerte del fiel amigo descansaba con la mirada al firmamento. Comprendió que había terminado de contar las estrellas. El cielo se cubrió de majestuosa gala. Era un mensaje de amistad y de inmenso amor.
“Una estrella más se dibujaba en el firmamento”.
FIN.