Si acaso
vuelven a reunirse
nuestras vidas,
te pediría
más amor que mi tristeza,
más amor
que antes
para vivir y olvidar.
Serías entonces
lo que vino y ardió,
lo que hubo una vez
de solaz
y de canto,
como un caracol
sonante y fiel
entre mis manos.
Estoy cansado
de buscarte,
cansado de señales
infructuosas que se esfuman
con el viento.
Estoy cansado
se subir y bajar
crucificado
siempre
entre tus labios…
Todo
lo dejo ahora
al tiempo suave,
a ese mar
que nos nutrió de harina,
que una vez fijó
nuestras cinturas
que una vez ató
nuestras sandalias.
Todo
lo dejo ahora
al tiempo suave,
si acaso
vuelven a reunirse
nuestras vidas,
si acaso vuelven
a mirarse
nuestros ojos.