2,920 días y una noche
Para gritarte a la cara…
Que cerraste mis ventanas,
Y sin aire fui perdiendo
El sentido del aroma,
Que mi boca ya no es boca,
Que mi ser se desmorona,
Que me dejaste pausada
En tu impredecible jaula,
Esperando mi derrota.
Añoraba cantarle al viento,
Extrañaba su presencia refrescante
Acariciando las cicatrices que me dejabas
Como marcas de veneno y sangre.
Mis pies polvorientos se movían
Pisando tu suelo cubierto de espinas,
Mis brazos lloraban fuego
Y mi pelo… ¡oh! Mi triste pelo
A cada instante me dolía.
En mi pecho mil lamentos
Sollozaban abatidos
Y mis ojos temblorosos no dormían,
Te robaste hasta mis sueños,
-Poderosa pena infame-
Te burlaste de mi cielo
Y sola, muy sola me dejaste.
Paradoja de mi existencia,
No te odio ni te amo,
Solo eres eso,
Una extensión dolorosa de mi cuerpo;
No puedo cortarte,
pero intento separarme de tu ruido,
ya no escucho tu presencia
y mi ventana ya está abierta.
Compañera inseparable de mi vida
-dame tregua-
-un pequeño respiro-
y juntas, pero no revueltas
nadaremos en los mares,
cantando entre caracolas y corales.