¿Qué significa hablar sin hablar?
Es ver una mirada con lágrimas en los ojos
y saber descifrar qué provoca esa riada.
Quizás dolor, quizás alegría o tal vez sólo melancolía.
Es una boca entreabierta con los labios color carmín,
con los dientes incisivos dispuestos a dentellear.
Quizás hambre, quizás pasión o quizás dolor.
Son unas piernas tambaleantes
que cada paso es una eternidad.
Quizás primeros pasos, quizás enfermedad o quizás debilidad.
Aunque para mí siempre hablará de fuerza y fe en los tres casos.
Son unas miradas esquivas
que no se atreven a apuntar de plano a su objetivo.
Quizás timidez, quizás coqueteos o quizás están inundadas de cobardía.
Son unos bolsillos bien zurcidos pero vacíos,
acompañados de un rugir que sube por el esófago,
anudándose en la garganta por morir de hambre.
Quizás una madre, quizás un hijo, quizás tú o quizás yo.
Son unos cuerpos juveniles
con sus pieles tersas y suaves, con una urgencia
de correr por todo el mundo, alegría desmedida y malgastada.
Quizás juventud, quizás un tesoro o quizás recuerdos del ayer.
Eso es el mundo que habla sin hablar
y que pocos queremos oír sin escuchar, sin observar.